25/04/2024

AL RESCATE DE LA LENGUA MAZAHUA CON UNA APLICACIÓN DE CELULAR

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Ciudad de México.- Para César Cruz volver a San Antonio La Ciénega no sólo es regresar a su pueblo natal, es también retornar al mazahua o jñatrjo, a esa lengua que no pudo aprender de pequeño y que, sin embargo, ha comenzado a enseñar a los niños y adolescentes de la localidad. “El idioma estaba en riesgo; los únicos hablantes eran los ancianos, que son como 100 y cada vez nos quedan menos, por lo que era necesario hacer algo para evitar su muerte”.

Los mil 500 habitantes de este poblado campesino —ubicado al noroeste del Estado de México, a dos mil 600 metros sobre el nivel del mar y muy cerca de la frontera con Michoacán— suelen describir al sitio como un lugar donde no pasa nada, o donde no pasaba, pues desde hace unos meses se puso en marcha un novedoso programa de introducción al mazahua impartido en la primaria, secundaria y telebachillerato del lugar, basado en una aplicación para celular desarrollada por César como proyecto de tesis.

“Esta herramienta se llama MazahuaApp y fue creada mientras yo estudiaba Mecatrónica en la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Estar tan lejos de casa te hace recordar a los tuyos y esa nostalgia me colocó frente a una computadora para darle forma a un software que, desde un inicio, fue pensado como una vía para devolverle parte de su esencia a mi comunidad”.

Y es que desde siempre la gente de San Antonio La Ciénega se ha sentido muy orgullosa de sus raíces indígenas, tanto que los lugareños se refieren al pueblo por su nombre mazahua, Roxaxi —‘el lugar donde hay rosas’—, pero fuera de esa palabra no conocen otras, pues desde hace cinco décadas, y muchos aún no entienden por qué, el pueblo dejó de hablar la lengua y a considerarla “cosa de abuelos”, situación que hoy buscan revertir.

Paula Segundo —una mujer septuagenaria de la localidad— recuerda que cuando era niña sólo se hablaba jñatrjo. “Antes lo raro era escuchar español; hoy es todo lo contrario”, comparte con tristeza. “Cuando me encuentro a los jóvenes en el campo les digo kjimidya (‘buenos días’), maxkjodya (‘adiós’), ¿pje gi kjatr’o? (‘¿qué haces?’), ¿ja gui jyasu̷? (‘¿cómo amaneciste?’), pero como no saben mazahua, no me contestan”.

César comprende muy bien esa situación porque él es uno de esos jóvenes. “Me gustaría hablar fluidamente con los mayores o ‘tíos’ (como se les dice en señal de respeto a la senectud), pero apenas sé pocas expresiones. Para desarrollar la aplicación y a falta de ese conocimiento tan necesario, me apoyaron dos egresados de la carrera de Lengua y Cultura en la Universidad Intercultural del Estado de México y vecinos del lugar: Avisahín Cruz y Diego Mateo. Yo me encargué de la informática, de la parte técnica y del diseño visual, ellos de los aspectos pedagógicos y lingüísticos”.

Su sueño es lograr que el mazahua se vuelva a hablar en San Antonio La Ciénega tal y como en tiempos de sus abuelos, y a esa tarea se han sumado numerosos aliados improbables. “Pese a desconfiar de las nuevas tecnologías, los ancianos fueron los más entusiastas con el proyecto. Nos abrieron las puertas de sus casas y, por primera vez, se enfrentaron a un micrófono. Las voces escuchadas en la aplicación son las de ellos, pues se dejaron grabar, a fin de que las nuevas generaciones sepan de primera mano cómo se pronuncia el jñatrjo verdadero, cómo se usa en la vida real”.

Persistir o desaparecer

Cuenta el mito que cuando nació el mundo, el Padre Sol y la Madre Luna se aparejaron para dar origen a una raza de gigantes llamados ma ndaa que desapareció, luego a otra de enanos, los mbeje, que tampoco sobrevivió, para finalmente engendrar a los jñatrjo, palabra que designa a los mazahuas y cuyo significado literal es ‘los que hablan’, una evidencia etimológica palpable de que, para esta cultura, si no hay lengua no hay pueblo.

César confiesa que una de sus mayores frustraciones es no haber asimilado el mazahua de pequeño. “Antes aprendí lenguajes computacionales que el idioma de mis ancestros”, y añade que  eso no se debió a falta de interés, “fue porque a mis padres tampoco se los enseñaron y el eslabón se rompió”.

Sobre la pérdida de tantos hablantes de una generación a otra (tan sólo de 2010 a 2020 pasaron de ser 136 mil a 132 mil quienes saben algo de mazahua, según el INEGI), Avisahín Cruz explica que dicha merma se debe, en gran parte, a los programas de “castellanización” impulsados por gobiernos del siglo pasado con el objetivo de borrar las lenguas indígenas.

El argumento —añade el coautor de MazahuaApp— era que con eso se fortalecía la identidad nacional, tal y como sostenía Justo Sierra en 1902 en un discurso donde disertaba sobre los ideales y metas de la educación pública: “Llamamos al castellano lengua nacional no sólo porque es la lengua que habló desde su infancia la actual sociedad mexicana y porque fue luego herencia de la nación, sino porque siendo la sola lengua escolar llegará a atrofiar y destruir los idiomas locales y así la unificación del habla nacional, vehículo inapreciable de la unificación social, será un hecho”.

Por fortuna, esa manera de pensar quedó atrás, asegura César, quien detalla que para poner en marcha los cursos de enseñanza del mazahua en San Antonio La Ciénega recibió apoyo por parte de la UNAM a través del Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas y Afrodescendientes y del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS), así como del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) y de la Universidad Intercultural del Estado de México. “Cada vez hay más conciencia, y a todos los niveles, de la importancia de preservar nuestras lenguas originarias”.

Noventa y nueve años después del discurso de Justo Sierra, en 2001, Miguel León-Portilla respondía a tales posturas en un congreso realizado en Valladolid, España: “Hay quienes consideran que la muerte de las lenguas indígenas es inevitable y que no hay razón para dolerse, pues la unificación lingüística es deseable. En contraste, estamos quienes pensamos que la desaparición de cualquier lengua empobrece, y en mucho, a la humanidad”.

Volver a la infancia

Los niños y adolescentes de La Ciénega llevan tres meses aprendiendo la lengua jñatrjo con la aplicación MazahuaApp y sus familias comienzan a ver los resultados y, sobre todo, a escucharlos, pues parte de las tareas es repetir las lecciones en casa y aprenderse el vocabulario.

“Si ya de por sí andan todo el día con el teléfono, qué bueno que ahora lo usen para estudiar”, dice una madre mientras su hija camina a pocos metros de ella, absorta en el celular, mientras oprime su dedo sobre el dibujo de un gato para hacer que suene la palabra mixi (cuya traducción es ‘carita peluda’) y luego sobre la de un perro, para hacer sonar dyø’ø.

La profesora Mariana Medina es la encargada de impartir el curso y asegura que los alumnos han comenzado a mostrar un interés creciente por la lengua. “No sólo me preguntan por tal o cual expresión, ahora van con sus abuelos a consultarles dudas y llegan a la clase con inquietudes nuevas. Quieren saber cómo se llama cierta parte del cuerpo, o algún color”.

César explica que MazahuaApp es una empresa en mejora constante, pues él mismo asiste a las sesiones para tomar nota de lo que no funciona e introducir mejoras. “Estamos en fase piloto, el objetivo es perfeccionar el software y, si obtenemos buenos resultados, lo siguiente es llevarlo a las comunidades vecinas aunque claro, adaptando la aplicación para que se ajuste a las variantes de mazahua habladas en esas zonas”.

Sobre por qué decidió hacer de este programa una aplicación de teléfono y no una página web, el joven detalla que todo se debe a razones prácticas, ya que en San Antonio La Ciénega sólo el tres por ciento de los hogares cuenta con internet, “y todos los menores aquí tienen acceso a un celular”.

Para el ingeniero, haber concretado este proyecto es, en parte, cumplir un sueño de infancia, ya que le hubiera gustado tener una herramienta así mientras cursaba la educación básica. “Hoy sería una persona diferente porque saber otro idioma te da una visión mucho más amplia del mundo”.

Por lo pronto, sólo corre en Android, por lo que uno de los planes de César es crear una versión para sistemas iOS, así como integrarle un sistema de reconocimiento de voz, algo que si bien le implicará esfuerzo, también le representa algo placentero. “Cada que trabajo en la app aprendo mazahua. Quizá de ahí venga mi involucramiento, pues para mí esto es recuperar el tiempo y tener hoy esa oportunidad que no se me dio de niño”.

1 pensamiento sobre “AL RESCATE DE LA LENGUA MAZAHUA CON UNA APLICACIÓN DE CELULAR

  1. DISCURSO DEL INDIGENA MEXICANO GUAICAIPURO CUAUHTEMOC ANTE LA REUNIÓN DE JEFES DE ESTADO DE LA COMUNIDAD EUROPEA, EL 8 DE FEBRERO DE 2002.

    Con lenguaje simple, que era trasmitido en traducción simultánea a más de un centenar de Jefes de Estado y dignatarios de la Comunidad Europea, Guaicaípuro Cuauhtémoc logró inquietar a su audiencia cuando dijo:

    «Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuauhtémoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.
    Aquí pues, yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años. Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante.

    Nunca tendremos otra cosa.
    El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.
    El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme. El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.
    Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses.

    Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.

    ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.
    ¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
    ¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!
    ¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser
    considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.

    Yo, Guaicaipuro Cuauhtémoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.
    Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan «MARSHALLTESUMA», para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
    Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?

    Deploramos decir que no.

    En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reich’s y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
    En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.
    Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.

    Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo.
    Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.
    Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300.

    Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.
    Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?
    Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
    Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indios americanos.

    Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica…»

    Cuando el indigena Guaicaipuro Cuauhtémoc dio su conferencia ante la reunión de JEFES DE ESTADO DE LA COMUNIDAD EUROPEA, no sabía que estaba exponiendo una tesis de Derecho Internacional para determinar LA VERDADERA DEUDA EXTERNA. Ahora solo resta que algún gobierno, latinoamericano tenga el valor suficiente para hacer el reclamo ante los Tribunales Internacionales.

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