QUEDAN MENOS DE DIEZ AÑOS PARA ACTUAR
Los cambios ambientales impiden la erradicación de la pobreza y del hambre, la reducción de las desigualdades, así como promover el crecimiento económico sostenible, el trabajo decente para todos, la equidad de género y las sociedades pacíficas inclusivas; de una u otra forma imposibilitan los objetivos de desarrollo sostenible, afirmó Julia Carabias Lillo, académica de la Facultad de Ciencias.
Durante la presentación virtual del informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), “Hacer las paces con la naturaleza”, en el cual participó la investigadora, dijo que la evidencia científica acumulada demuestra la conexión entre calidad del medio ambiente y el bienestar social.
Ante ese panorama, precisó, el documento plantea que la transformación de la relación de la humanidad con la naturaleza es la clave para alcanzar un futuro sostenible.
Los sistemas económicos y financieros deben modificarse, al igual que los alimentarios, hídricos y energéticos. Mantener la salud del planeta es esencial para proporcionar salud y bienestar para todos, refirió.
En ocasión del Seminario Universitario de la Cuestión Social, moderado por Rolando Cordera Campos, coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo y profesor emérito de la Facultad de Economía, Julia Carabias añadió que el texto reconoce también los avances de la información científica utilizado en el diseño de políticas públicas, fundamentalmente desde una perspectiva sectorial y pone énfasis en que esta emergencia no se puede abordar de manera aislada.
“No es un tema sectorial y requiere un abordaje de manera simultánea, integrada. Además transmite un sentido de urgencia, ya que quedan menos de 10 años para verdaderamente actuar”, alertó la integrante de El Colegio Nacional y doctora honoris causa por la UNAM.
Más que un informe, consideró, “Hacer las paces con la naturaleza” es un plan que trata de combinar “la síntesis de todas las síntesis” que se han hecho en materia de crisis ambientales relacionadas, principalmente con clima, biodiversidad y contaminación, la cuales han tenido un proceso de análisis, reflexión y acuerdos multilaterales.
Se trata de una sistematización de la evidencia científica que se ha dado a conocer en centenas de publicaciones, donde han participado miles de investigadores, abundó la también ganadora de la Medalla Belisario Domínguez.
Asimismo, hace un diagnóstico crudo que explica la transformación de la naturaleza por parte de los humanos, que pone en peligro el bienestar; también plantea soluciones o rutas las cuales abren nuevas oportunidades, poniendo como clave la transformación de la relación entre ambas partes. “Eso que parece obvio, aún está lejos de cumplirse”.
Plasma cómo el modelo de desarrollo actual ha generado desigualdades y se basa en el uso y extracción intensiva de los recursos naturales, lo cual pone en degradación al planeta y sobrepasa su capacidad, refirió Carabias Lillo.
Cambió el mundo
En los últimos 50 años la población se duplicó, la extracción de recursos y energías se triplicó, el comercio se incrementó 10 veces y la economía global creció por cinco. La prosperidad promedio se duplicó; sin embargo, mil 300 millones aún viven en pobreza, 700 millones padecen hambre, dos mil millones sufren estrés hídrico y 40 por ciento de la población está afectada por la degradación de la Tierra.
Carabias Lillo manifestó que hay indicadores de esa destrucción: el planeta tiene por lo menos un grado centígrado más en promedio; las especies se extinguen decenas y cientos de veces más rápido que la tasa natural; dos terceras partes de la superficie terrestre fueron intervenidas por los humanos; las concentraciones atmosféricas son más elevadas que en cualquier otro momento de los últimos 800 mil años; la erosión del suelo agrícola es de 10 a 100 veces mayor que el índice de formación el suelo, y cada vez hay más fenómenos hidrometeorológicos extremos.
Hemos intervenido profundamente al planeta. En ecosistemas marinos se identifican por lo menos 400 zonas muertas y las áreas ocupadas por las islas de plástico en los océanos se han multiplicado por 10 a partir de la década de 1980 hasta hoy en día. Un millón de especies de plantas y animales están en peligro de extinción debido a la sobreexplotación, el cambio climático y la contaminación, entre otros factores, afirmó.
Si contamos la biomasa de los mamíferos, un tercio corresponde a los humanos y casi dos tercios al ganado (dedicado al consumo humano), mientras que sólo 5 por ciento es para la fauna silvestre, expuso la experta.
En cuanto a las proyecciones, abundó, se estima que para 2050 el planeta tendrá nueve mil millones de habitantes; la producción de energía aumentará 50 por ciento y la de alimentos 70 por ciento; con la trayectoria actual y en un escenario alentador, el calentamiento sería de 1.5 grados en 2040 y al menos tres grados en 2100. Además, entre una cuarta parte y la mitad de las especies terrestres sufrirían pérdidas de más del 50 por ciento de su área de distribución geográfica, en tanto que los arrecifes de coral de aguas cálidas se reducirían en 99 por ciento, entre otros aspectos.
Al comentar sobre el Informe, Fernando Tudela, profesor e investigador en University College de Londres y El Colegio de México, consideró no se trata de una guerra explícita de la humanidad contra la naturaleza. Es una especie de guerra intergeneracional.
“Hacer las paces con la naturaleza” es un documento importante y el momento actual abre la oportunidad de cambiar el rumbo del desarrollo hacia algo que sea más sensato, en favor de la supervivencia de la humanidad. “Debemos darnos cuenta de que este momento no es uno más, sino definitorio de nuestro rumbo de desarrollo”, concluyó.